¿Por qué muchas relaciones fracasan? En gran parte, por la ausencia de hábitos saludables en la vida cotidiana de la pareja. A veces falta poco porque no se trata obligatoriamente de grandes problemas, sino de pequeñas acciones (o su falta) día tras día.
Estudios sobre divorcio, por ejemplo, revelan que hasta el 70% de las mujeres y 59% de los hombres señalaron los problemas de comunicación como un factor que contribuyó a su separación: Fuente pmc.ncbi.nlm.nih.gov.
Aunque, bueno, una comunicación de mala calidad puede ser únicamente el reflejo de problemas más profundos.
Además, aspectos como la falta de tiempo de calidad juntos o la poca disposición a trabajar en la relación también encabezan la lista de motivos de ruptura
En una relación se va a establecer muchas veces una forma de exceso de familiaridad, los filtros de precaución tiene tendencia en disminuir.
Esto dice algo importante: el éxito de una relación a largo plazo no depende únicamente del amor, sino de cómo se cultiva ese amor en el día a día.
Un coach de relaciones de pareja suele ver de cerca cómo las parejas caen en la rutina nociva de no (o mal) comunicarse, no apreciarse o descuidar esos detalles cotidianos que fortalecen el vínculo.
En este artículo, como coach en relaciones te voy a compartir, cuatro hábitos saludables, respaldados por expertos y ciencia, que pueden marcar la diferencia. Son consejos prácticos, desde la perspectiva profesional de un coach sentimental, para que al leerlos digas: “me sirve”.
Lista de hábitos para mejorar las relaciones
Hábito 1: Practicar la comunicación empática (escucha activa)
La comunicación es más que hablar; es entender y ser entendido. Practicar la comunicación empática significa esforzarse por escuchar activamente a tu pareja, validando sus emociones antes de responder. En la vorágine diaria, es fácil que uno hable y el otro apenas preste atención o ya esté pensando en su respuesta.
Te voy a poner un ejemplo práctico: imagina que tu pareja llega a casa frustrada por un mal día en el trabajo. Una reacción común (aunque bien intencionada) sería darle un consejo rápido o minimizar el problema con un “no es para tanto”. En cambio, la comunicación empática propone otra cosa. Mírale a los ojos, deja el teléfono a un lado y realmente escucha. Eso es muy fuerte. Podrías decir: “Entiendo que hayas tenido un día difícil, debe ser muy estresante lo que cuentas”.
Solo después de asegurarte de que se siente escuchada y comprendida, ofreces tu opinión o ayuda si te la pide.
Este hábito, aunque parece simple, no es tan habitual. Como coach he visto parejas transformarse al incluir un espacio diario de conversación sin interrupciones.
Por ejemplo, una pareja que asesoré, Ana y Luis de Colombia, establecieron la rutina de dedicar 15 minutos cada noche a hablar sin distracciones. Al principio les costó (las primeras veces Luis quería resolver todo de inmediato y Ana tendía a reprochar cosas acumuladas). Pero con guía y práctica, esos 15 minutos se convirtieron en su momento sagrado de conexión. Ana aprendió a expresar cómo se sentía sin atacar, y Luis a escuchar sin ponerse a la defensiva. ¿El resultado? Ambos se sentían más cercanos y comprendidos.
La clave de la comunicación empática está en ponerse en el lugar del otro y sé que no es algo natural pero es indispensable: cuando tu pareja habla, tu meta principal es entender cómo se siente y qué necesita, no ganar un debate.
Este hábito diario previene la acumulación de resentimientos y malentendidos, y sienta la base para resolver juntos cualquier desafío.
Hábito 2: Mostrar gratitud y aprecio todos los días
Puede sonar sencillo también, pero decir “gracias” de corazón es uno de los hábitos más poderosos en una relación. Con la confianza, muchas parejas dejan de apreciar verbalmente las cosas buenas del otro: dan por sentado desde las pequeñas tareas (como preparar el café por la mañana) hasta el apoyo emocional. Un coach de relaciones sabe que mantener vivo el agradecimiento mutuo crea un ambiente positivo en la pareja.
Y la ciencia lo confirma: una investigación de la Universidad de Georgia encontró que la expresión de gratitud hacia la pareja es el predictor más consistente del bienestar y calidad matrimonial. Sentirse valorado y apreciado por quien amas aumenta el compromiso con la relación y la confianza en su futuro.
En otras palabras, el poder del “gracias” es real: incluso parejas con problemas en otras áreas pueden mejorar su satisfacción con solo cultivar este hábito de aprecio. Fuente: (news.uga.edu).
¿Cómo aplicarlo de forma práctica y no quedarnos en lo genérico?
Empieza por notar las cosas buenas todos los días. Por ejemplo, si tu esposa atendió un asunto de la casa, díselo: “Me di cuenta de que arreglaste el comedor, gracias por hacerlo, me hace la vida más fácil”. O quizá tu esposo siempre te escucha al llegar del trabajo: “Gracias por escucharme, de verdad valoro tenerte ahí cada día”.
Estos comentarios no tienen que ser rebuscados ni ceremoniosos, basta con ser sinceros y específicos. Un ejercicio útil es el siguiente: cada noche, cada miembro de la pareja menciona una cosa del día por la que agradece al otro. Puede ser algo tan simple como “Gracias por prepararme té cuando supiste que estaba cansada” o “Gracias por recoger a los niños, así pude terminar mi proyecto”. Este hábito de gratitud diaria crea un círculo virtuoso: tu pareja se siente apreciada y motivada a mantener esos gestos, y tú mismo/a empiezas a enfocarte más en lo positivo que en los fallos.
Con el tiempo, esa atmósfera de agradecimiento mutuo actúa como un colchón ante los conflictos y el estrés. Después de todo, es más difícil enfadarse profundamente con alguien que sabes que te valora y a quien valoras. La ciencia y la experiencia lo dicen claro: una pareja que se agradece, permanece unida.
Hábito 3: Tener momentos de conexión (y responder a las señales del otro)
No se trata solo de las grandes citas románticas, sino de los pequeños momentos cotidianos de conexión los cuales son muchos más eficientes.
Un hábito saludable es estar atento a las “invitaciones” de conexión de tu pareja y responder a ellas de forma positiva. ¿Qué significa esto? Muchas veces uno de los dos lanza señales sutiles, casi subliminales, buscando interacción o apoyo emocional – por ejemplo, comentar “Mira qué hermosa está la tarde” esperando iniciar una conversación, o acercarse en el sofá en busca de afecto. Son gestos pequeños, nada dramáticos, pero la forma en que reaccionamos marca una gran diferencia.
Otro ejemplo real: una pareja, Marta y Javier, solía estar tan ocupada en sus asuntos (móvil, trabajo, niños) que esos intentos de conexión pasaban desapercibidos. Marta me contó que cuando le mostraba a Javier algo gracioso en su teléfono, él apenas levantaba la vista con un “ajá”.
Por su parte, Javier mencionó que muchas veces le proponía a Marta tomar un café juntos y ella respondía “ahora no puedo” sin más. Ambos se sentían algo ignorados, aunque ninguno lo hacía con mala intención.
Les propuse un cambio: reconocer y responder intencionalmente a las propuestas de conexión del otro. Hay que cambiar su nivel de conciencia. Esto implicaba desde hacer una pausa y realmente mirar el meme que ella quería compartir, hasta decir “en 5 minutos me libero y nos tomamos ese café” en vez de un no rotundo. Los resultados fueron notables: empezaron a reír más juntos, a sentirse cercanos incluso en días ocupados, y aquella tensión silenciosa de sentirse relegados desapareció.
La investigación del Dr. John Gottman respalda la importancia de este hábito. Gottman observó que las parejas exitosas tenían una tendencia altísima a responder positivamente a las señales de interacción de su pareja – ya fuera una pregunta, un comentario o un gesto de cariño.
En sus estudios, las parejas que permanecieron juntas después de años respondían a las “invitaciones de conexión” de su cónyuge el 86% de las veces, mientras que en las parejas que acabaron divorciándose ese porcentaje fue solo del 33%. Fuente: (couplestherapyinc.com).
Es decir, las parejas sanas convierten esos instantes aparentemente insignificantes en oportunidades para vincularse: contestan, asienten, sonríen, participan. Este hábito de conexión diaria puede tomar mil formas: desde compartir anécdotas al final del día, cocinar juntos comentando cómo estuvo la jornada, hasta tener chistes internos o rutinas como un abrazo de 20 segundos cada mañana.
Lo novedoso aquí es entender que cada interacción cuenta. Responder con atención cuando tu pareja te habla (aunque sea de algo trivial) o corresponder un gesto cariñoso, envía el mensaje de “estoy aquí, te veo, me importas”. Con el tiempo, esta práctica construye un tejido resistente de intimidad: la confianza de que, incluso en momentos difíciles, ambos seguirán buscando y manteniendo la conexión el uno con el otro.
Hábito 4: cultivar más interacciones positivas que negativas (la regla del 5:1)
Todas las parejas tienen desacuerdos y días malos. Pero lo que distingue a las relaciones saludables es un balance positivo abrumador en sus interacciones cotidianas. Un hábito esencial (y poco mencionado en consejos típicos) es asegurarse de tener muchas más interacciones positivas que negativas con tu pareja, idealmente alrededor de una proporción de 5 a 1.
¿Entonces, uno puede preguntarse pero de dónde sale este número? De estudios longitudinales: el reconocido psicólogo John Gottman descubrió, tras décadas investigando matrimonios, que en las parejas felices existe aproximadamente cinco interacciones positivas por cada interacción negativa. Fuente (psychologytoday.com).
Esto significa que por cada discusión, crítica o momento tenso, hay al menos cinco muestras de afecto, risa, cumplidos, gestos de ayuda, etc. Así se crea un colchón emocional que amortigua los conflictos inevitables. Incluso si un día tienen una “conversación gruñona” (como dice Gottman), la relación resiste porque está cimentada en muchos momentos buenos.
Ahora bien, ¿cómo se cultiva este hábito del 5:1 en la práctica diaria? No se trata de llevar una libreta con cuentas, sería ridículo, sino de ser intencional en generar positividad.
Por ejemplo, si esta mañana hubo un desencuentro (un negativo), procura conscientemente sumar varios positivos el resto del día: envíale un mensaje cariñoso a mitad del trabajo, ofrécele su comida favorita, elogiale en algo (“estoy orgulloso de cómo manejaste esa situación”), den un paseo agarrados de la mano… Sin embargo, debe ser genuino, sin exagerar la intención. Pequeñas acciones, pero constantes.
También implica contener ciertos impulsos negativos: si ya hubo una crítica hoy, tal vez evitar otra que no sea necesaria. Esto no significa evitar los problemas bajo la alfombra; significa que por cada momento difícil, nos esforzamos por recordar y crear momentos gratos.
El impacto a largo plazo de este hábito es enorme y lo he observado con mis pacientes. Imaginemos la relación como una cuenta bancaria emocional: las interacciones positivas son depósitos y las negativas, retiros. Una cuenta en verde (saldo positivo) tolerará una crisis mucho mejor que una en números rojos.
Las parejas que practican esto desarrollan, lo que llamo, una especie de “colchón emocional”. Por ejemplo, una discusión por un malentendido no se vuelve devastadora porque ambos tienen la certeza (construida por experiencia) de que su relación es mayoritariamente amorosa y solidaria.
A la larga, cultivar este balance positivo crea un círculo de confianza y optimismo en la pareja: se refuerza la idea de “estamos bien, podemos superar lo malo”. Incluso hay evidencia de que los matrimonios con altos niveles de positividad pasan más tiempo juntos voluntariamente y manejan mejor el estrés. Fuente: (psychologytoday.com).
En resumen, procurar un 5:1 no es un juego de números, sino una filosofía diaria: asegurarse de que el amor y el cariño siempre pesen más que los enfados. Y cuando eso ocurre de manera consistente, la relación se vuelve prácticamente a prueba de tempestades.
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Conclusión: reflexión y siguiente paso
He compartido cuatro hábitos que, aunque sencillos en teoría, requieren intención y constancia para incorporarlos en la relación. Comunicación empática, gratitud diaria, momentos de conexión y un balance positivo 5:1 son prácticas que un coach de relaciones recomendaría a cualquier pareja que desee fortalecerse.
Lo interesante es que son hábitos novedosos en su enfoque: van más allá de los consejos cliché (“hay que comunicarse”, “hay que confiar”) y aterrizan en comportamientos específicos y comprobados que nutren el amor día a día.
Te invito a que reflexiones: ¿ cuántos de estos hábitos están presentes en tu relación actualmente? ¿En cuál podrían mejorar tú y tu pareja? Identifiquen uno para empezar esta misma semana. Por ejemplo, proponte escuchar activamente antes de rebatir, o dar las gracias por algo pequeño cada día. Notarás que tu gesto invita a una respuesta positiva de tu pareja, y así iniciarán un círculo virtuoso.
Al final, las relaciones no se arruinan ni se salvan de la noche a la mañana: son esos hábitos cotidianos los que las desgastan o las fortalecen. La buena noticia es que siempre se puede empezar a cultivar hábitos sanos, sin importar el tiempo que lleven juntos o las dificultades pasadas. ¿El llamado a la acción? Que hoy mismo converses con tu pareja sobre estos puntos; quizás leyendo juntos este artículo para abrir el diálogo.
Y si sienten que necesitan apoyo para implementar cambios profundos, consideren acudir a un coach sentimental que los guíe con estrategias efectivas a la medida de ustedes. Lo importante es tomar acción consciente. Cada pequeño paso cuenta: una palabra amable, un oído atento, un abrazo espontáneo, un “gracias” sincero… Todo suma.
Al adoptar estos hábitos saludables, estarás invirtiendo en el futuro de tu relación. Y probablemente, dentro de un tiempo, mires atrás y digas: ¡qué diferencia han hecho estos cambios! Tu relación lo vale, y ambos tienen en sus manos el nutrirla día tras día hacia una conexión más fuerte, feliz y duradera.
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Fuentes científicas:
- Barton, A. W., Futris, T. G., et al. (2015). “Spousal gratitude and appreciation and the well-being of marriages” – Personal Relationships Journal
news.uga.edu - Carrère, S., & Gottman, J. M. (1999). “Predicting divorce among newlyweds from the first three minutes of a marital conflict discussion” – Journal of Marriage and Family, 61(1), 3-15
couplestherapyinc.com - Gottman, J. (2017). “The Relationship Cure: A 5 Step Guide to Strengthening Your Marriage, Family, and Friendships” – Three Rivers Press
couplestherapyinc.com - Williamson, H. C., et al. (2021). “Are problems that contribute to divorce present at the start of marriage, or do they emerge over time?” – Journal of Family Psychology, 35(7), 904-915